Comienza un nuevo juego. En este nuevo escenario se necesitaran líderes solidarios que puedan abandonar el “yo” y transformalo en “nosotros”.
Las dificultades venideras harán que los equipos tengan que enfrentarse a nuevos desafíos, dejar atrás su presente y mirar el futuro replanteandose como quieren caminar para lograr sus objetivos.
Un juego donde se necesitan empresas “vivientes” con capacidad para reinventarse a sí mismas, en las que se pueda ejercer y practicar “el deber ser” a través de proyectos compartidos, principios solidarios y comunión de valores; y a su vez, practicar el “poder hacer” con capacidades que permitan desarrollar la voluntad colectiva en situaciones adversas.
Estamos todos en un laberinto emocional que da significado a esta transición que nos desafía a encontrar otras formas de ver y analizar las cosas.
“Si elegimos alternativas, debemos preguntarnos no solo como superar las amenazas del contexto, sino también qué tipo de mundo habitaremos una vez que pase la tormenta”, decía Yubal Noah Harari, escritor e historiador israelí, en el Financial Times.
Necesitaremos entonces, un “juego de líderes” que animen a sus equipos a repensar sus propios límites frente a la fusión de un mundo físico, digital y biológico, que nos empuja a reemplazar esquemas viejos y a descubrir nuevas oportunidades.
Y en este período de “ruptura” surgirán otros líderes, otros puestos, otras profesiones, que no sólo estarán afectados por el impacto tecnológico en lo cotidiano, sino también por cambios geopolíticos y sociales, donde la “experiencia de lo vivido” juega y jugará un papel interesante.
Es tiempo de diversidad de líderes. De los nuevos que van surgiendo y de aquellos que ya tienen experiencia, que siguen siendo referentes por sus talentos para entender las crisis y son verdaderos animadores en las turbulencias.
Necesitamos líderes solidarios que generen en sus áreas de trabajo la convivencia como motor para la construcción de una historia común.
Líderes mentores que inyecten compromiso para alcanzar metas realistas con pasión, entrega y energía para sus equipos, hoy emocionalmente afectados por la cultura del rendimiento y el éxito, donde parecería no hay que mostrarse ni frágil ni débil.
Armemos un juego con desafíos claros para practicar la verdad, la empatía y los tiempos del otro, con inteligencia estratégica que nos lleve a ver otro juego que todavía “no sucede o no se juega”, pero donde anticiparse es un valor.
Es un momento clave para desarrollar “agilidad de aprendizajes” que permitan enfocarse en nuevos casilleros de un juego diferente, de mercados inestables, donde conviven el orden y el desorden, pero que se resuelve con líderes auténticos que inspiren confianza y logren cercanías con su gente.
Nuestra sociedad, nuestro mercado, necesitan con urgencia de líderes dispuestos a trabajar con un verdadero propósito, personas influyentes que hagan de este mundo un mejor lugar para vivir.
Comencemos ya a vivir la solidaridad, comencemos a entender y reconocer en los otros un yo que también quiere ser feliz y apasionarse en lo cotidiano para alcanzar metas.
La solidaridad es la virtud por excelencia del líder de nuestro tiempo.
Solo se trata de jugar EL MEJOR JUEGO.